A nivel mundial, las mejoras en Eficiencia Energética dentro de los últimos 40 años han sido uno de los cambios más significativos en materia energética, aunque no siempre los resultados son tangibles debido a que el ahorro energético en una actividad es, muchas veces, aprovechado para realizar otra, por lo que el ahorro alcanzado se “esconde” en el consumo energético adicional de otra actividad. Es así como , el consumo per cápita de los países que pertenecen a la AIE ha ido en disminución y, aun así, el ingreso per cápita se encuentra en niveles altos en conjunto con el nivel de acceso a servicios energéticos, que continúan en expansión.
Las Inversiones en Eficiencia Energética dentro de la AIE desde 1990 evitaron un gasto de aproximadamente 5,7 billones de dólares en energía. Además, los beneficios se asocian a mejoras en la seguridad energética, mayor productividad y reducción de la huella de carbono. Aproximadamente un 40% de las reducciones de emisiones requeridas para el año 2050 para limitar la temperatura global potencialmente provienen de la Eficiencia Energética.
En términos generales, la Eficiencia Energética considera dos dimensiones, la primera corresponde a la relación entre la producción de un rendimiento, servicio, bien o energía y el gasto de energía que dicho proceso genera, y la segunda relativa a la realización de acciones que apunten a reducir el consumo de energía sin sacrificar el confort o la actividad económica que se requiere ejecutar, es decir, entregar al menos los mismos servicios que presta la fuente de energía utilizada. En resumen, podemos decir que la Eficiencia Energética es un proceso continuo de mejora de la productividad en el uso de la energía.
La Eficiencia Energética no sólo implica beneficios en términos energéticos, sino que además incorpora beneficios en términos económicos, sociales y ambientales, tales como:
• Reducción de costos operacionales: Esto es posible sobre todo para aquellas compañías intensivas en el uso de electricidad. En términos económicos, es más beneficioso hacerse cargo de la gestión de la energía que no tomar acción y absorber los altos costos del suministro energético.
• Reducción de la exposición a la volatilidad de precios: reduciendo su gasto en energía a través de la Eficiencia Energética, las organizaciones e individuos reducen su exposición a la volatilidad del precio de la energía en sus ganancias y presupuestos. Mejorar la gestión de la energía es valioso al momento de proyectar el desempeño financiero.
• Reducción de la huella de carbono: Reducir el uso de la energía reduce las emisiones de carbono. En el caso del uso de combustibles, hay una reducción directa relacionada a la combustión. A su vez, en el caso de la electricidad, hay una reducción en las plantas generadoras.
• Reducción de la necesidad de invertir en infraestructura de transmisión: Implementar la eficiencia energética podría reducir o incluso eliminar la necesidad de construir nueva infraestructura de transmisión de electricidad. Al administrar y gestionar la energía, se pueden identificar aquellos elementos que utilizan energía de forma ineficiente y redirigir los esfuerzos a utilizar aquella energía en los procesos productivos de la empresa.
• Mejora en la calidad de la producción: Es posible mejorar el control de la temperatura de los equipos, presión de aire, entre otros elementos que inciden en la calidad del producto.
• Mayor productividad, salud y bienestar de los empleados: Una oficina energéticamente eficiente es más productiva, ya que mejoras en la iluminación y control de la temperatura de los espacios se traduce en mejores condiciones laborales que reducen las enfermedades del personal.
• Mejora en el confort y otros beneficios de salud asociados: Mejorar el aislamiento térmico de las viviendas trae mayor confort para sus ocupantes a través de la reducción de corrientes de aire. Esto es particularmente beneficioso para la salud de niños y adultos mayores.
• Aumento en el valor de las propiedades: Una vivienda energéticamente eficiente tendrá un mayor valor de venta que una equivalente pero menos eficiente. Además del valor económico, su valoración en términos subjetivos además la hará más fácil de vender.
• Reducción de la contaminación local: Utilizar soluciones energéticamente eficientes en lugar de los tradicionales contaminantes tales como carbón y leña contribuye a la reducción de contaminación.
• Creación de Empleo: La Eficiencia Energética crea nuevos trabajos en forma directa, indirecta e inducida. Los trabajos directos son los que resultan directamente de la inversión, relacionados con el área de construcción. Los trabajos indirectos se asocian a la manufactura y oferta de productos energéticamente eficientes, así como también a los servicios de consultoría, medición y verificación.
1 Energy Efficiency, The Definitive Guide to the Cheapest, Cleanest, Fastest Source of Energy. (Steven Fawkes)
El buen uso de la energía tiene diferentes dimensiones que han ido evolucionando en el tiempo. Hasta hace unos años atrás, las prácticas de eficiencia energética se reducían al cambio de ampolletas o al no usar corbatas en verano para no encender tanto el aire acondicionado en las oficinas. Hoy en día sabemos mucho más como sociedad qué cosas podemos hacer para reducir nuestro consumo energético y por qué ello es importante.
El último Informe de Usos de la Energía en los Hogares de Chile (CDT, 2019) describe las medidas de eficiencia energética que tienen mayor potencial de reducción del consumo energético nacional. Para ello utiliza las metodologías “curva de conservación de la energía”. A nivel general, el consumo de energía (eléctrica y no eléctrica) se puede eficientizar mediante diferentes acciones:
Medidas de hábitos que poseen gran potencial son las duchas cortas que reduzcan el uso de agua caliente, la instalación de aireadores en las llaves de agua, y control de stand by de los aparatos eléctricos.
Medidas como cambio a ampolletas LED y calefactores a pellets poseen buena combinación de costo-efectividad y alto impacto.
Le siguen medidas como utilización de termo para agua caliente, reemplazo de secadoras por secadoras a bomba de calor, entre otras.
Finalmente, la aislación, tanto de techos como de muro, pasan a ser medidas costo efectivas y de buen impacto nacional.
En materia eléctrica, los hogares toman distintas medidas para el ahorro de electricidad. Según el referido informe de uso de energía en hogares, 57% ha reemplazado ampolletas por otras más eficientes, 24% apaga las luces cuando no se usan y 22% desenchufa los equipos en desuso. Sin embargo, queda mucho por avanzar. Por dar un ejemplo, sólo el 2% de los hogares busca tecnología etiquetada como eficiente.
Tras ser aprobada por la Cámara de Diputados en el mes de marzo, la Ley de Eficiencia Energética avanza en su tramitación, siendo remitida al Senado para su tercer trámite. El proyecto de ley, en sus objetivos destaca el generar una cultura del buen uso de la energía en todo el país, promover la seguridad energética y apoyar las metas de reducción de emisiones nacionales.
Este proyecto de ley está focalizado en los grandes consumos de energía. Para ello, todas las empresas que consuman por sobre las 50 teracalorías anuales, deben establecer sistemas de gestión de la energía y reportar sus consumos. Además, en materia de construcción, se establece que las edificaciones deberán contar con una calificación energética (etiquetado) para obtener la recepción final o definitiva. Cabe señalar que el 53% del consumo energético se destina a calefacción y climatización, y eso se relaciona directamente con la manera en que está construida la vivienda y su aislación térmica.
En materia de transporte, se entregan facultades al Ministerio de Energía para normar la interoperabilidad del sistema de recarga de vehículos eléctricos, con el fin de facilitar el acceso y conexión de los usuarios de vehículos eléctricos a la red de carga. En el mismo contexto, el proyecto busca promover la renovación del parque vehicular con la fijación de estándares de eficiencia energética para el parque de vehículos nuevos.
El proyecto también indica que el Ministerio de Energía elaborará un Plan Nacional de Eficiencia Energética cada cinco años, que será sometido al Consejo de Ministros para la Sustentabilidad, y que contendrá acciones para eficiencia energética residencial; estándares mínimos y etiquetado de artefactos; eficiencia energética en la edificación y el transporte; eficiencia energética y ciudades inteligentes; eficiencia energética en los sectores productivos; y educación y capacitación en eficiencia energética.
Evidentemente que los cambios que nos hemos visto forzados a realizar producto de la emergencia sanitaria que el COVID-19 ha provocado en nuestras vidas, tiene un impacto en la manera en que consumimos energía. Por un lado, la disminución de la actividad económica ocasiona una reducción en el consumo energético. Por otro lado, se ha producido un incremento en el consumo de energía en los hogares, y esto debería de aumentar en la medida que lleguemos al invierno y se sume el consumo para calefacción. A nivel global, el Coordinador Eléctrico Nacional ha indicado que en lo que va del año la demanda eléctrica se ha reducido un 5%. Sin embargo, lo que estamos viviendo hoy es una oportunidad para hacer eficiencia energética. En nuestros hogares existen diferentes herramientas para tener un consumo más eficiente. Ejemplos de ello, es el uso de iluminación eficiente, la disminución del consumo “vampiro” o del stand-by de los artefactos como un cargador eléctrico de celular y el uso inteligente de los artefactos domésticos, son algunas medidas que se pueden asumir. El objetivo no es reducir la calidad de vida en el hogar o reducir las capacidades para poder realizar teletrabajo o trabajo a distancia. Por el contrario, que el aumento del tiempo que pasamos en el hogar no se traduzca en un incremento ineficiente en las cuentas eléctricas.
La posibilidad de aprovechar la contingencia para ser más eficientes energéticamente tiene un beneficio relevante como es la reducción de las emisiones de gases efecto invernadero. Esto sin duda tendrá una reducción en nuestro consumo de combustibles fósiles en el transporte. Al desplazarnos menos por las ciudades, reduciremos contaminantes locales y globales. El desafío que se presentará cuando volvamos a recuperar la actividad económica y un mayor dinamismo social, es mantener los menores niveles de emisiones alcanzados durante este periodo. Para ello será necesario que las prácticas aplicadas y desarrolladas en materia de eficiencia energética se mantengan, de manera de aprovechar este salto hacia delante que habremos conseguido en materia de descarbonización.