La energía eléctrica es uno de los descubrimientos más asombrosos que se pueda imaginar. Sólo pensemos en que a partir del simple movimiento seamos capaces de generar una fuerza limpia, flexible, capaz de hacer que nuestras vidas, nuestras industrias, nuestra tecnología, cobren vida como por arte de magia. Y sin embargo, la energía eléctrica es también una forma de energía que requiere de un enorme esfuerzo para estar presente cada vez que la necesitamos, pues supone el enorme desafío que significa mantener constantemente en equilibrio la oferta y la demanda de energía, las que deben ser, milimétricamente iguales en todo momento, pues de no ser así, el sistema se desequilibra y falla.
La época en que las interacciones entre la demanda y la oferta de energía han sido esencialmente estáticas, en la que los clientes ni siquiera están enterados de los horarios en que consumen la energía, o de la importancia de que este consumo no se concentre en pocas horas del día, está llegando a su fin. En el mundo, la inteligencia en las redes eléctricas, tanto a nivel de los grandes sistemas de generación – transmisión como en los hogares, ya son una realidad masiva y hasta cierto punto consolidada. Ya existen varias decenas de grandes ciudades en el mundo en que la penetración de medidores inteligentes es total o casi total entre sus ciudadanos, y cada día se descubren más y mejores usos para esta nueva tecnología.
Un medidor inteligente no es sólo un dispositivo que permite medir el consumo eléctrico de una manera más ágil y moderna, del mismo modo que un teléfono inteligente nos permite hacer mucho más que tener una conversación a distancia.
Por el contrario, las oportunidades que brindan estos dispositivos son tan amplias como la imaginación nos permita, hoy y mucho más en el futuro. Por una parte, y tal vez este sea el punto esencial, permiten que la relación entre la compañía eléctrica y el cliente sea bidireccional y prácticamente en tiempo real, entregando a ambas parte información no sólo del consumo eléctrico sino también del momento en que se está consumiendo y de la calidad del servicio que se está prestando. Este solo hecho permite entregar a los clientes herramientas de gestión de su propia demanda, planes tarifarios flexibles, adaptados a su propia cultura de consumo, ahorros en los horarios de menor demanda entre otros elementos que apuntan tanto a la eficiencia energética como a la economía familiar.
Pero no es todo. La medición inteligente supone también enormes mejoras operacionales, en beneficio de los clientes. La posibilidad de monitorear las redes, casa a casa, en todo momento, y conocer de cualquier problema en el suministro con anterioridad a que el cliente deba llamar para darnos un aviso, es otra de las grandes ventajas de estos mecanismos de medición.
Finalmente, la posibilidad de los dispositivos inteligentes de interactuar con el sistema, permite a su vez mejorar la implementación de otros servicios, como generación distribuida o la conexión de vehículos eléctricos.
Por Pulso www.pulso.cl