Durante los últimos tiempos hemos sido testigos de diversos acontecimientos que de manera directa o indirecta nos hablan de la fragilidad de nuestro sistema eléctrico. Por una parte, se ha instalado una conversación amplia y necesaria acerca de las condiciones de desarrollo de nuestra matriz energética y los proyectos de transmisión que la hacen viables, por la otra, hemos sido testigos de fallas o interrupciones de servicio causados por eventos muy diferentes, pero que en su conjunto son percibidos por la población como el resultado de un sistema que, por un lado, implica pagar altos costos porla Energía, y por el otro, no ofrece una calidad, continuidad y seguridad del servicio acordes con estos costos.
Es muy difícil responder a esta sensación de parte de la comunidad de un modo ordenado, inteligible y que permita hacer todas las distinciones que serían necesarias para explicar en detalle cada una de las causas que nos han conducido a esta realidad. Tal vez para comenzar, debemos señalar que es verdad, sin matices ni excusas, que el precio de la energía en Chile es muy alto producto de nuestra incapacidad, como sociedad, de generar reemplazos adecuados y a tiempo para muchas de las unidades de generación eléctrica ineficientes con las que estamos produciendo desde la crisis del gas en el año 2005.
A la vez, la transmisión eléctrica en Chile presenta serios problemas, muy largos de explicar, pero que se traducen en un sistema eléctrico sin redundancias ni holguras y diseñado con criterios cortoplacistas que hoy comprometen, gravemente, tanto nuestra seguridad de servicio como las posibilidades de desarrollo competitivo del sector como un todo.
Por último, y en este contexto, sólo hace un par de días nos encontramos con quela Superintendenciade Electricidad y Combustibles (SEC), una vez más, formula cargos y anuncia multas a distintas empresas eléctricas por los cortes y demoras en la reposición del servicio eléctrico luego de los fuertes temporales que nos afectaron hace algunas semanas en toda la zona centro – sur del país. Señala en un comunicado de prensa, que estos cargos se deberían a que las empresas, por una parte, no habrían podado adecuadamente los árboles cercanos a los tendidos eléctricos y por la otra, no habrían sido capaces de generar planes de contingencia adecuados para enfrentar estos eventos.
No es el momento de entrar en detalles acerca de hasta que punto estas declaraciones son injustas. Hasta qué punto las empresas no sólo pusieron todos sus recursos al servicio del sistema sino que han advertido, insistentemente, en estos casos como en otros, que el problema de seguridad del servicio es mucho más amplio, complejo, profundo y estructural.
Las personas que en sus hogares se ven enfrentadas a costos crecientes de la energía, sumados a problemas de seguridad en el suministro, naturalmente responsabilizan a aquellos que llevamos la energía y la boleta de cobro hasta sus hogares. Es natural. No podría ser de otra manera. Sin embargo, la autoridad que responde a los graves problemas del sistema eléctrico responsabilizando totalmente a las empresas sí sabe, mejor que nadie, que ni las multas ni las acusaciones resolverán el problema de fondo porque, normalmente, solucionarlo no está en manos de los multados o castigados. No queremos mezclar peras con manzanas. No estamos señalando que existe una relación directa entre los altos precios, los problemas de transmisión y los eventos puntuales relacionados con los temporales. Por el contrario, justamente queremos señalar que entendemos que la población se siente igualmente afectada por todos estos factores, y la única respuesta no puede ser la de aplicar multas sin atender las causas de fondo.
Lo que expresamos es que si frente a una sensación generalizada de molestia pública, se enfrente la fragilidad del sistema eléctrico multando a las empresas por no haber sido capaces de controlar, quien sabe cómo, los efectos de vientos huracanados de140 Kmpor hora, estaremos entregando a la sociedad un mensaje equivocado e irresponsable.
Como industria, estamos dispuestos a asumir todas nuestras responsabilidades. Estamos dispuestos aún a enfrentar las consecuencias de cualquier error que nos pueda ser imputable en aspectos puntuales. Pero todos sabemos que no es este el problema de fondo. Chile necesita enfrentar sus problemas de manera estructural y de largo plazo.
Es por eso que para ser totalmente claros y transparentes con nuestros clientes y usuarios, a quienes nos debemos en primer lugar, debemos señalar que frente a la fragilidad estructural del sistema, probablemente no seremos capaces de controlar más rápidamente los efectos de las tormentas ni tampoco de tapar el sol con un dedo.
COLUMNA PUBLICADA POR EL DIARIO PULSO.